A 10 años del hito de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, nos hemos estado preguntando cual ha sido el compromiso común frente al alcance de los mismos.
Hoy existe un consenso de la dificultad para alcanzar esas valiosas metas universales debido a factores de variada índole, incluyendo una pandemia que trastornó todo.
Desde FENALCO, hemos venido monitoreando esos compromisos y promoviendo avanzar en ellos. Los sondeos que periódicamente realizamos nos indican que más del 50 % de los empresarios coinciden en afirmar que sus acciones apuntan a fomentar iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental. Esta cifra, a estas alturas de los tiempos, se queda corta. Más aún, si recordamos la connotación universal del derecho humano al medio ambiente colectivo que impone la participación activa de todos para poder lograr que el planeta no quede condenado a la extinción por el abuso indiscriminado de los recursos.
El derecho al medio ambiente, no pude hacerse realidad si todos no concurrimos con nuestras acciones de protección constante- son exigibles acciones al Estado y a la comunidad y no sólo a aquel-, sin posponer el deber, pues esto último es que lo mayormente hemos hecho y estamos en serios aprietos, los cuales saltan a la vista y por tanto no necesitan demostración.
Ahora bien, uno de los instrumentos más valiosos para procurar la defensa de ese bien mayor, es el ordenamiento territorial. De la adecuada construcción de sus referentes y su honesta aplicación, sabremos el grado de compromiso que como sociedad nos asiste. El objetivo del ordenamiento territorio es el desarrollo socio económico y su sola promulgación genera consecuencias de múltiples connotaciones.
En los procesos de construcción de los planes de ordenamiento deben dejarse adecuadamente reflejados los asuntos ambientales, de sostenibilidad y económicos, así como las capacidades constructivas que verán reflejadas y por ende posibilitadas de hacer. Definición de las áreas urbana y rural; las áreas de reserva y medidas para protección del medio ambiente, conservación de los recursos naturales; áreas de conservación y protección del patrimonio histórico, cultural y arquitectónico, en consonancia con los planes especiales, zonas de alto riesgo naturales para la localización de asentamientos humanos por amenazas o riesgos naturales; localización infraestructura y equipamientos básicos y determinación desuelo urbano, rural y de expansión entre otras, son reglas que permiten construir parte de esa defensa. (Le podría interesar: Retos de la industria en el contexto de lo sostenible).
En diferentes ámbitos académicos y de relacionamiento territorial, se evidencian las enormes limitaciones para alcanzar objetivos comunes así como una gran frustración frente a hacer realidad los instrumentos de planeación local. Se construyen pero no se ejecutan, se ejecutan incompletos o lo que es peor, se ejecutan violando su espíritu. (Lea también: Beneficios Tributarios Ambientales).
Se dice que vivimos frustrados frente a la planeación y que necesitamos una institucionalidad fuerte. Además, requerimos desarrollar habilidades de aprendizaje de todo lo que interesa en el ámbito público, pues todo lo que sucede no solo nos interesa o al menos debería interesarnos, sino que es una obligación en virtud de nuestro pacto democrático. Y la defensa del planeta es uno de ellos. Si no, nos quedaremos sin nada.
Mónica Fadul Rosa, Directora Ejecutiva Fenalco Bolívar.
Especial EMPRESAS.
Se dice que vivimos frustrados frente a la planeación y que necesitamos una institucionalidad fuerte".
